El 10 de noviembre, como estaba programado, tuvo lugar la segunda sesión del ciclo de catequesis sobre el matrimonio que se imparten en Santiago Apóstol cada segundo domingo de mes por la tarde. A pesar de las circunstancias adversas provocadas por las recientes inundaciones y todo el trabajo que se está desarrollando en la parroquia, hubo una nutrida asistencia.
En los locales del sótano, el padre Vicente Carrascosa empezó puntualmente la sesión enmarcada por la Palabra de Efesios (6, 11). En ella se contextualiza el combate del cristiano, el cual se describe a continuación a través de todas las armas que se deben emplear. San Pablo define la vida cristiana como un combate constante, no entender esto “nos hace estar en un combate que no es el bueno, que no es propio del matrimonio”, el de “quien sabe más o quién tiene la razón”. Ese no es el combate verdadero.
Con esta introducción, el párroco apuntó que la vida con yugal es un combate en el que se debe defender el don recibido, pues con el consentimiento el día de la boda, Dios entrega a cada cónyuge al otro, y los nuevos esposos se reciben y aceptan entre sí. “El empeño del matrimonio es vivir para el otro, de modo que, si los dos no se custodian, no combaten a la vez, el matrimonio no puede funcionar”.
En esta lucha espiritual, Carrascosa apuntó que el verdadero enemigo no es el cónyuge, pues es realmente el compañero de viaje, la ayuda adecuada que lleva a Dios. El enemigo es el demonio, alguien externo, de modo que la persona es esclava o libre no mala o buena. La principal arma del Maligno es sembrar la mentira y la duda, de forma que la apelación a los asistentes fue “¿Qué mentiras te ha colado el enemigo que te hacen ver a tu esposo o esposa como un enemigo y no como un don?” Ahí reside el auténtico combate de la vida matrimonial. Como pista para el camino, el cooperador de la Verdad indicó que “frente a la crisis matrimonial lo más difícil es entender que solo puedes cambiar tu corazón y no al otro”.