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TESTIMONIO. Mónica, esposa y madre, 44 años.

19/11/2024

Cuando sonaron las alarmas en el móvil me encontraba ayudando a mi hija con los deberes. Se asustó y yo traté de calmarla. Realmente pensaba que no era para tanto. Donde vivimos, a 20 km de Valencia, no llovía demasiado, no había llovido demasiado en todo el día, de hecho. Aquella noche los niños hicieron una oración rápida antes de acostarse, recordando a unos amigos a los que empezaba a inundárseles el garaje de su casa en Catarroja. Pensabámos que serían un palmo o dos de agua, un incordio y poco más. No supimos nada de ellos en 24 horas, se perdió toda comunicación y la que llegó más tarde fue breve pero agridulce. La familia estaba bien, pero la casa con grandes daños.

Nos llegaron noticias de la Parroquia de Santiago Apóstol ofreciendo ayuda y mandando voluntarios. Nos hemos unido a ellos mi marido y yo. Aunque siempre estamos unidos, como cristianos, en la oración, en la comunión que la Iglesia regala a sus fieles.

 Allí, en el puesto de Santa María madre de la Iglesia de Catarroja, se ha celebrado la Eucaristía, en una pequeña plaza limpiada con amor por los voluntarios. Allí se acerca la gente a buscar lo que necesita, a cocinar para los voluntarios, a regalar un café recién hecho, a contar sus muchas pérdidas y sus pocos logros. Porque donde hay barro vuelve a haber barro, parece que nunca se acaba, que nunca habrá bastantes botas de repuesto. Pero allí se contempla a Cristo en todo su esplendor. Porque la gente que lo ha perdido ! Chicas y chicos que se miran y sonríen, mientras trabajan, mientras comen, mientras rezan. Tantas horas al día que no están enganchados a la pantalla del móvil. Los jóvenes han vuelto a descubrirse gracias al Cristo de barro. Cuantas gracias he de darle al Señor por ser testigo de esto. De cuantísimos engaños del demonio se están salvando estos jóvenes.

 Cuántas manos ayudando, cuántos labios rezando. Parece que yo no sea nada entre ellos, como una palada más de barro. Y sin embargo lo soy todo, la mimada de mi Señor.