La tradicional vigilia de la Inmaculada este año se revistió de novedad inesperada con la presencia de las decenas de voluntarios que este largo fin de semana han llegado desde Madrid, Tarrasa, Asturias y Castilla y León.
Fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el beato Pío IX proclamó el dogma del nacimiento sin pecado original de la Madre de Dios. Se escogió esta fecha debido a que, en 1585, es ese mismo día de diciembre, apareció enterrada una imagen de la Virgen en el campamento de los tercios castellanos asediados en la zona holandesa de Empel. Cuentan las crónicas que esa noche se helaron inusualmente las aguas del río Mosa y se salvaron todos los soldados.
Sin embargo, ya en 1530, la Universidad de Valencia fue la primera de todas las de España en votar, prometer y jurar la defensa que María fue Inmaculada desde su Concepción.
La celebración estuvo presidida por el párroco, d. Vicente Carrascosa, y concelebrada por d. Vicente Ballester, vicario, y d. David Martínez, así como por los sacerdotes de los grupos de voluntarios: d. Bernabé Sanz de Vicálvaro (Madrid) y mosen Jacob de Tarrasa. Como viene siendo habitual en estas semanas de voluntariado en las zonas afectadas, tras la liturgia de la Palabra se dio paso a qué quien quisiera pudiese dar el testimonio de su experiencia o hacer el eco de lo proclamado. En esta ocasión fue numerosa la participación.
La predicación comenzó con la afirmación del presidente de que “sabemos, como lo supo la Virgen María, que nada se le escapa a Dios, nada”, porque se constata que Dios “está deseoso de que el hombre entre en comunión y en la vida con Él” y esto “de formas sorprendentes”. Profundizando en la primera lectura, donde en el Génesis Adán y Eva comen del fruto prohibido, el párroco animó a que cualquier acontecimiento no pasara a nadie a desear algo que no fuera el deleite del cielo y que “el veredero árbol de la vida es la cruz, donde el hombre se deleita en Dios y Dios en el hombre porque es la expresión del amor extremado, sin medidas, que permanece”. Al pie de la cruz aguarda María, esperando a que Dios le explique el amo, por tanto, la Eucaristía se convierte en eses lugar en el que “esperar con María a que el Señor explique nuestra vida”.
D. Vicente Carrascosa acabó la homilía poniendo de relieve el versículo en el que el ángel le dice a la joven de Nazaret “No temas María porque has hallado gracia ante Dios”. De esta forma “La gracia de Dios te ha encontrado a ti, vivas lo que vivas. Has sido encontrado por el amor”, y esto para dos cosas, afirmó. Primero, para que el hombre se alegre porque el Señor siempre está con él. Segundo, para poder gritar eso que constituye verdaderamente al hombre y lo hace libre: “Hágase en mí según tu Palabra. Porque eres más fuerte que la muerte porque el amor vence para siempre”.
Tras la Eucaristía, el patio de la parroquia se llenó de bailes, se hicieron fotos y, como no, hubo una gran cena de fraternidad entre feligresía y voluntarios.