Jueves, viernes, sábado y domingo, nada más ocurrir la tragedia he estado yendo a Picanya y a Paiporta. Soy electricista y lo que he estado haciendo es dar electricidad a la gente no podía encender las neveras… habían avanzados los días y había casos graves donde la comida había que tirarla; se quedaban sin posibilidades. Cosas básicas, porque hoy en día se necesita la electricidad para casi todo, cosas tan sencillas como poner un cargador. Es cierto que en Picanya estuvieron varios días sin cobertura, solo funcionaban los SMS pero con eso era suficiente para poder comunicarme con las personas afectadas.
Yo fui porque había allí un hermano, un amigo que se le había inundado el garaje y viendo allí el panorama desolador decidí seguir yendo. Estuve arreglando a sus vecinos los cuadros de contador y mientras mis hijos y mi mujer iban sacando lodo del garaje. He estado sacando lodo, pero me he dedicado sobre todo a la electricidad pues había una carencia grande de estas profesiones en los primeros días. La parroquia Santiago Apóstol ha hecho un grupo donde esto se está moviendo. Todo el mundo necesitaba luz.
La parte de humanidad ha sido sobresaliente en los voluntarios, en la gente que ha estado yendo. Gracias a Dios se han suspendido las clases y los universitarios han podido ir… He visto a Dios en las caras de los voluntarios y en la gente afectada y en mí mismo, el hecho de tener que ir gastando mi dinero para botas, gastando el tiempo en ir (una hora andando desde mi casa de ida y luego la vuelta). He podido salir de mí mismo y poder dar, me he sentido pagado no solamente con la gente que te lo agradecía y se te echaba a los brazos a llorar por impotencia. La electricidad es una cosa de esas que asustan y no se entienden, no se atreve la gente a tocarla. Hay quien no te agradecía nada porque estaba metido en otras cosas, le decías “Ya está, lo tienes en servicio, puedes poner la nevera, la luz, el calefactor, la bomba de achique…” Acababas, te ibas al vecino y esta persona estaba tan liada que ni siquiera podía decirte nada. Hay gente que nos ha invitado a paellas cuando esto acabe y quien no ha podido porque estaban en “hacer”, en la ruleta de hacer cosas para “quitarse el muerto de encima”.
El Señor me ha sacado de mí mismo, haciendo cosas para otros totalmente altruistamente. Lo he visto en mis hijos, que han dado lo imposible para poder ir, quedar, desplazarse andando, estar con la gente ayudando. Humana y espiritualmente les ha construido. La donación, amar al prójimo como a ti mismo no pertenece a la faceta humana sino que viene de algo divino. El Señor cuando dice “Amarás al Señor y al prójimo como a ti mismo” no lo dice como una imposición sino como una promesa y eso lo he visto.
Ha habido momentos duros donde estás con la electricidad, arriesgando mucho más de lo que debieras, pero bueno… es una fuerza que ha salido para poder hacer esto. Muchas veces viene la parte de la autoculpa, incluso de decir “tendría que buscar más tiempo porque aquellos no pueden… seguro que hay gente que necesita conectar bombas de achique”, porque eso no se conecta a la luz y ya está, hacen falta grupos electrógenos con clavijas especiales y si no lo tienes, tienes que montar y desmontar, saber de trifásica, monofásica… debes dominarlo, como es mi caso. Sacar lodo es un trabajo arduo, pesado que provoca dolor porque no estás acostumbrado. La realidad es que hemos vuelto todos contentos, yendo con intención de ayudar y llegando y ver que a lo mejor… Recuerdo un caso de que simplemente sentarme a la mesa con la gente que estaba, hacer una bendición… y eso fue suficiente. No hace falta grandes cosas, cosas tan sencillas como esa, hace una bendición, poner al Señor en medio y comer juntos, 15 minutos, no mucho más. Ya era un gran paso, la gente lloraba de emoción de ver esa doble faceta, que no estaban solos.