Hoy agradezco haber tenido la posibilidad de hablar con varios párrocos de distintas zonas de la provincia, así como con algunos coordinadores de las ayudas que han ido llegando a sus parroquias.
A pesar del cansancio que llevan acumulado y el shock por esta inesperada tragedia, he visto Belleza tanto en unos como en otros, por el agradecimiento humilde que les nacía y la *sorpresa* ante la respuesta *personal* de una ingente cantidad de voluntarios alegres -jovenes, en gran medida- que han estado acercándose a sus parroquias y a las casas de sus vecinos desde hace días, ofreciendo sus recursos y medios particulares.
¡Bendita sorpresa!, que dirige la mirada hacia lo que no se conoce, hacia el otro, hacia la posibilidad de que exista algo que trasciende a uno mismo, hacia la acogida del propio yo…
He constatado en algunos de ellos la esperanza, a pesar del desánimo y del abatimiento por el profundo dolor; en otros, ciertamente, la inseguridad ante la duda de si nos habremos olvidado de ellos dentro de un mes… o antes. ¡Ojalá que tanta entrega anónima arroje un poco de luz en su sufrimiento!
Durante estos días no dejo de agradecer a Dios la capacidad de asombro con la que nacemos, pues nos ha hecho un gran bien: reconocer la belleza a nuestro alrededor y ver que ésta nos habla de Él y de nuestra dignidad personal incluso en medio de las circunstancias más adversas.
Yo me sorprendo porque hoy, cuando me he levantado, no sabía que iba a toparme con todos estos motivos para bendecir a Dios en medio de todo esto. Sobre todo, me alegro enormemente porque esta situación tan inasumible por la razón puede servir para dotar de sentido la vida de muchas personas, tanto de quienes se entregan como de quienes reciben ayuda. Puede que muchos de los jóvenes que ahora van manchados de lodo hasta la cabeza, agotados tras “darlo todo” por los necesitados, sean los mismos para los que hace una semana era “un pateo” hacerse la cama, estudiar, hablar un poco con la familia, hacerse la comida, salir de casa a ver a los amigos (sin pantallas) …
Estoy segura de que muchos se replantearán cómo viven porque es su esencia como jóvenes el darse, buscar vida, buscar verdad. Cristo está en aquéllos a los que han ido a ayudar. ¡Bendito encuentro!