loader image

Ora et labora.

9/11/2024

No hay misión en la Iglesia sin la oración, que es el corazón que nunca deja de latir e impulsa a la vida del Espíritu, que nos hace hombre y mujeres nuevos capaces de ir conformando nuestra persona a la verdadera Persona que es Cristo. Así, como decía san Juan de la Cruz “El alma que anda en Amor, ni cansa ni se cansa”.

Aquí se esconde el misterio de tantas horas de trabajo al día de los voluntarios, la comunión que se respira en la parroquia. Tantas idas y venidas, camiones con materiales, chicos que salen hacia las áreas afectadas, gente que se acerca a contar lo que les ha pasado, llamadas constantes pidiendo y ofreciendo, dificultades en los accesos a las poblaciones inundadas, búsqueda de soluciones para “ya” … El secreto de esta tarea, que nos ha desbordado pero que no se puede renunciar a ella por la gravedad de la situación, se encuentra en el mismo Cristo presente todo el día en el centro de la vida parroquial.

Al mismo tiempo, la oración de intercesión tan necesaria en estos momentos donde son decenas de miles las historias de dolor, sufrimiento, angustia y desesperación. Historias que algunas nos tocan de cerca, otras nos conmueven, algunas incluso nos hacen llorar… y todo, a tan solo a muy pocos kilómetros de distancia. Dios no se olvida de su pueblo, suscita corazones entregados y dispuestos, normalmente con una sonrisa en la cara, aunque también con la seriedad y la emoción ante las situaciones que aparecen ante nuestros ojos. En medio de todo, la intercesión ante el Señor va haciendo crecer el consuelo y la esperanza entre los que han perdido tantas cosas. Porque Dios actúa.

 Así, con este espíritu que conjuga el don y la tarea, donde nuestras manos son la primera providencia que ha puesto el Señor al servicio de los demás ya el día 31, la celebración del Hollylight se ofreció por el alivio de tanto sufrimiento. Con el templo abarrotado el Señor Sacramentado se hizo presente en medio de nosotros.

A partir de ese momento, cada jornada de trabajo en la parroquia y fuera de ella está envuelta en la oración. A las 6,30 de la mañana el rezo de laudes da la salida a los cientos de voluntarios, tanto a los que acuden hacia los municipios “de misión” como los que se quedan en la parroquia en medio de la vorágine de la gestión.

Durante todo el día está expuesto el Señor en la iglesia acompañado siempre por los que pasan estos días por aquí. Lugar de descanso, de apoyo, de consuelo. El día está jalonado del rezo continuo del Rosario, a las 10 y las 16 los misterios gozosos, a las 11 y a las 17 los dolorosos, y a las 12 y las 18 los misterios gloriosos.

Finalmente, para acabar el día, de 20,30 a 21,30 la Hora Santa con una asistencia que nuca baja de las 60 personas. Momento imprescindible para entregar al Señor los gozos y las dificultades del día y encomendar a tantos en sus manos.