La enseñanza de la Iglesia y la experiencia de la fe nos enseña que es en torno a la Eucaristía donde se genera y se consolida la comunión de la Iglesia. Es Cristo vivo presente bajo la forma de pan y vino el único que es capaz de hacer de dos pueblos uno solo, “derribando mediante su sacrificio el muro que nos separaba”. De esta forma, el sábado por la noche en la Eucaristía, la parroquia de Santiago Apóstol acogió a los voluntarios de Catarroja que han estado el mes de noviembre atendiendo el servicio de distribución montado en su parroquia, María Madre de la Iglesia. Llegaron más de 30 con, su párroco d. José Vicente Alberola, a la cabeza. Junto con ellos también había este fin de semana acogidos en la parroquia un grupo de 30 voluntarios llegados desde Madrid a través de la delegación de juventud de esa diócesis.
Para la ocasión se colocó en el altar mayor la imagen de María Madre de la Iglesia que hay en la parroquia pues ha sido una auténtica providencia la presencia y acción de la Virgen porque “Dios dispuso que María Madre fuese una luz”. Tras la liturgia de la Palabra, se pudieron escuchar cuatro testimonios de estos días de servicio donde se ha hecho carne el propio Evangelio proclamado; el párroco de Catarroja concluyó esta parte dando gracias a Dios por haber movido tantos corazones que han podido hacer presente a Cristo en medio del barro.
En la homilía, d. Vicente Carrascosa comenzó dando las gracias a los vecinos afectados por la DANA “porque nos habéis dejado cuidaros, que no es fácil”. Se constató como ha hecho clara la llamada de san Pablo en la segunda lectura a que “el Señor os haga rebosar de amor mutuo”, pues en estas circunstancias “el Espíritu Santo grita dentro de ti ¡Vive! Y esto es un fuego por dentro donde no hay límites porque aparece el amor. Se renueva todo. Una locura, no se miden las fuerzas”.
En la primera lectura el Señor anunciaba que cumpliría la promesa y, de este modo se ha constatado como en medio de la tragedia “que el amor lo vence todo, que no se puede perder el amor ni la capacidad de amar. No nos hemos hundido en el barro”. En la última parte, el párroco hizo presente que “Dios va más allá de lo hubiésemos imaginado” porque “el amor siempre se vive en la desproporción y ahí el hombre encuentra su lugar porque está hecho para amar abrazando a todos”. “Gracias, bendito sea Dios. Vosotros sois la nueva generación que se toma la vida en serio. Hasta el final, o santos o muertos”.