Normalmente vemos la parroquia como un lugar de oración, de celebración sacramental y de catequización. También somos conscientes de la labor de Cáritas y de tanta ayuda que se nos ofrece en el acompañamiento espiritual. Sin embargo, no hay nada más versátil y capaz de adaptarse a las distintas situaciones que una parroquia. Una adaptación que surge del Amor, el amor a atender al necesitado sea donde sea y en el momento que se necesite para que ninguno se pierda. Muchas veces el amor adopta formas insospechadas.
En estos días nuestra parroquia se ha transformado, en parte, en un centro logístico de recepción, clasificación y distribución de todo tipo de materiales de absoluta necesidad para atender a las urgencias de los que están viviendo el acontecimiento de las inundaciones. Como ya sabemos, especialmente a través del punto de distribución de Catarroja, aunque no solo.
El equipo de coordinadoras recibe las llamadas de tantos que quieren aportar su esfuerzo desde distintos lugares de nuestra geografía valenciana pero también española. Ha sido una movilización sin precedentes ante uno de los desastres naturales más grandes de nuestra historia. Una vez llegan los camiones o furgonetas o coches particulares, se recepcionan los pedidos y se suben al gimnasio donde se distribuyen por categorías: agua, higiene del hogar, higiene y aseo personal, pasta y similares, latas y comidas preparadas, lejía, desayunos.
Una vez clasificado todo se baja a la carpa y se almacena ya en palets por las mismas categorías. Es ahí donde se organizan los pedidos, tanto de llamadas que se reciben como del abastecimiento tres veces al día al punto de Catarroja. Llega el pedido y los voluntarios lo preparan, lo paletizan, lo cargan y sale para su destino.
Esta organización está permitiendo atender las necesidades concretas y conseguir asegurarse de que las donaciones llegan perfectamente a los damnificados. El Amor vence siempre.