Los días más próximos a la gran riada no solo los valencianos sentimos el impulso de querer ayudar a aquellos que lo habían perdido todo bajo el agua. De toda España empezaron a llamar a la parroquia pidiendo venir a ayudar. Todas las personas que querían venir tenían el inconveniente de que necesitaban alojamiento por los días que estuvieran aquí ayudando en los pueblos afectados. Muchos aprovechaban sus propias vacaciones para poder pasar aquí 4 o 5 días sirviendo y ofreciendo su tiempo y ayuda.
Al párroco, en seguida, se le ocurrió hacer una petición a las familias de la parroquia diciendo lo siguiente: “Según la situación actual de gran necesidad ante los acontecimientos de la DANA están llegando a la parroquia peticiones de voluntarios que vienen de toda España para ayudar y nos solicitan acogida. Os pedimos encarecidamente que abráis vuestras casas para acogerlos. Es una forma de colaborar con la misión que está haciendo la parroquia y ponernos al servicio de los más necesitados. Muchas gracias, el párroco”
Al instante siguiente ya teníamos 7 casas inscritas en un formulario de acogida donde ofrecían todo lo que tenían. Y eso aumentó a 15 casas y luego hasta una veintena de hogares abiertos a todos aquellos que han solicitado alojamiento para participar de esta gran misión que se está realizando desde la parroquia.
A un matrimonio joven de la parroquia se le pidió el servicio de coordinar a los voluntarios que pedían alojamiento con las familias que ofrecían sus hogares. Solo puedo decir que todo ha sido muy fácil porque nos lo han puesto muy fácil, la disposición ha sido total, la acogida muy calurosa y la generosidad desbordante. Los voluntarios se vuelven a sus ciudades de origen con una experiencia no solo en las zonas afectadas sino una experiencia de aquellos que les han abierto sus casas: les han dado de comer, les han lavado las ropas que traían del trabajo, les han dado una acogida cálida… Ha sido un regalo ver que las familias acogedoras, así las hemos llamado, estaban siempre dispuestos a adaptarse a cualquier cambio, ya que muchas veces los voluntarios llegaban por la noche a Valencia, o nos avisaban que venían y no tenían donde alojarse a unas horas de llegar. Su respuesta siempre era “como yo no puedo ir a las zonas afectadas es mi forma de ayudar”.
Solo tenemos agradecimiento a la entrega y generosidad de todas estas familias que en lo secreto han ofrecido lo que tenían. Todos sabemos lo incómodo que es que alguien entre en tu casa, en tu sitio tranquilo, en tus hábitos y rutinas, pero ellos no se han reservado nada. Gracias porque hemos podido acoger a 47 voluntarios llegados a goteo de La Rioja, Madrid, Bilbao, Galicia, Granada, Barcelona, Murcia y alguna que seguro me dejo. Gracias una y mil veces.
Por otra parte, apareció la situación de acoger a grupos grandes y, de esta forma, se buscó alojamiento para poder atenderlos. Se llevaron adelante las gestiones y se abrieron las puertas del colegio La Purísima de Torrent, de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada, el colegio María Inmaculada de las Teatinas y el colegio de las Esclavas de María Inmaculada. Junto con ellos, el colegio Jesús María ha estado dispuesto a prestar sus instalaciones en el caso de que hubiera más necesidad. Los colegíos siguen abiertos a la ayuda, de tal forma que un centro acogió el primer fin de semana a 15 personas y luego han llegado a estar hasta 30, viendo la misión y la buena respuesta de los acogidos. El colegio San Blas y el Casal Jove de Albal también ha prestado sus instalaciones a los voluntarios.
Que Dios os lo pague