A las 19’30 horas comenzaba la solemne Eucaristía de la cena del Señor presidida por el párroco y los padres cooperadores Vicentre Ballester, Guillermo Ferrís, Ernesto Cabello y Juan Retamar.
«Es la hora de pasar de este mundo al Padre». Con estas palabras se iniciaba la predicación tras proclamarse el Evangelio. El párroco fue explicando esta aseveración de Cristo afirmando que esto se cumple en la medida en que se experimenta que el Cuerpo de Cristo se parte por nosotros. Un cuerpo que se parte en la Eucaristía, en los sacerdotes en la medida en que se donan hasta el extremo y en la Iglesia cuando «nos transformamos en aquello de lo que nos alimentamos». Igualemente el presidente llamó la atención en el concepto de «alianza». La nueva alianza de Cristo con su sangre que significa el pacto de Dios con el hombre pero también un «corte»: Cristo que corta con la muerte, el sacerdote que corta con lo terrenal consagrándose totalmente al Señor y la Iglesia que a través de la evangelización anuncia lo que vive, cortando con el mundo. Triple fue la exhortación final de d. Vicente Carrascosa: «Amad a Cristo y solo a Él. Amad a vuestros sacerdotes, al papa, a los obispos. Amaos entre vosotros». Al acabar la homilía, el párroco lavó los pies a algunos feligreses, haciendo presente la entrega real de Jesús por cada uno de nosotros, que siempre se pone a nuestros pies, hasta el final, con un amor que llega hasta el dolor, sin mediocridad.
Tras la celebración eucarística se procedió a la reserva eucarística en el Monumento.
A las 10 de la noche tuvo lugar la Hora Santa con la meditación de las Siete Palabras. En un clima de profundo silencio, el párroco fue desgranando una a una las frases de Cristo en la cruz. Numerosos fieles acompañaron a Cristo en el momento de la entrega definitiva con el recogimiento, la oración y el canto.