“Un pobre cura que reza” decía el Padre Pío sobre sí mismo. Con esta frase comenzaba la predicación del párroco en la fiesta del santo italiano. Como ya es tradicional, la misa de las 19’30 del día 23 de septiembre ha recordado festivamente a este conocidísimo santo de nuestro tiempo, copatrón de la parroquia.

Ante numerosos fieles y con la concelebración de varios sacerdotes la homilía entró de lleno en dos ideas fundamentales que, vividas por el santo de Pietrelcina, son imprescindibles para la vida de todo cristiano: descubrir que el enemigo no es el que se tiene al lado, sino el maligno, y que en el sufrimiento se encuentra la oportunidad de la misericordia. ¡Cuánta gente iba a pedirle a san Pío que le aliviara el sufrimiento y que poca a pedirle ayuda para vivirlo!


Al finalizar la Eucaristía se recordó la peregrinación que hicieron los jóvenes de la parroquia este verano a san Giovanni Rotondo y los fieles pasaron a venerar la reliquia del Padre Pío, un pequeño trozo de la tela que envolvía el costado del santo en el momento de fallecer.

