Desde el primer momento en que la parroquia Santiago Apóstol se acercó a Catarroja, una de las necesidades que se pensó que se podía atender era la de mujeres embarazadas que se hubieran quedado aisladas.
Se creó un grupo que llegó a ser de unos 10 miembros. Allí fueron unos 4 o 5 porque no aparecieron muchas embarazadas y por parte de la matrona de Catarroja y del Hospital La Fe enseguida se cubrieron las necesidades de las embarazadas. Este grupo facilitó ácido fólico, hierro y apoyo emocional a las embarazadas que aparecieron sobre todo en la primera semana post-Dana.
Concretamente se fue a ver a dos gestantes a domicilio los primeros días, cuando estaba todo de baro hasta arriba, porque vivían en condiciones muy humildes, ya antes de la DANA, con poca movilidad. Los voluntarios que fueron a llevarles comida avisaron de la situación y se acudió. Se les revisó la historia y no tenían nada urgente. Al mismo tiempo se constató que se hubieran puesto en contacto con su matrona y así había sido. En esas circunstancias de aislamiento, agradecieron mucho la visita.
Una estaba de 13 semanas, la otra tenía amenaza de aborto, se les dio información y se les dijo que se les podía poner un vehículo si tenían una urgencia. La segunda estaba de más tiempo, con niños en casa y embarazo mal controlado; su matrona se encargó del caso. Cuando se acudió a su casa se le escuchó el latido con sus hermanos presentes y fue muy ilusionante, un momento de alegría. No estuvieron desamparadas en ningún momento. Nos conmovió comprobar que en medio de la desgracia la vida continúa abriéndose paso, con humildad e inocencia, al tiempo que triunfante y llena de esperanza.