Cuando se empezó a intervenir en las zonas afectadas uno de los voluntarios, que era electricista ayudó a un amigo en Monserrat para que pudiera recuperar la corriente eléctrica. A raíz de eso, le llamó persona para ver si se podía ayudar a sus suegros que se habían quedado sin luz y ya llevaban 4 días sin ella; se pudo arreglar algo y de los dueños de la casa surgió un agradecimiento profundo, muy sorprendidos de que de la nada aparecieran personas y les ayudaran gratuitamente.
A raíz de esa experiencia, se pensó que reparar la electricidad podía ser una ayuda muy necesaria. Este voluntario escribió a sus compañeros electricistas contándoles su experiencia y pidiéndoles si podían ayudar, de modo que la idea se ofreció a Santiago Apóstol, así surgió este grupo. Se ha dado difusión al grupo sobre todo al principio por la necesidad imperiosa de esos momentos. Sigue habiendo necesidades. De esta forma, se recogen las peticiones y los electricistas se ponen en contacto con los afectados; en algunos casos ya han ido electricistas y otros siguen teniendo necesidad. La experiencia constante es que la gente atendida tiene un gran agradecimiento cuando se les llama ofreciendo este tipo de ayuda. Es una manera de mostrar el amor, que quizás la gente no entienda si es amor de Dios o no, pero se están sintiendo amados por gente desconocida. Todos coinciden en que está siendo una gran experiencia.
Este grupo de profesionales sigue siendo fundamental, si cabe, todavía más que estos días pasados pues las instalaciones eléctricas de todos los bajos donde se vivía están mojadas. En estos momentos el trabajo consiste en revisar las instalaciones pues hasta ahora se han hecho reparaciones de urgencia para tener algo de luz y poder enchufar la karcher para limpiar. Es momento de valorar si las instalaciones son salvables, si hay que cambiarlas por completo o, si cambiando algunos elementos, pueden seguir adelante.